Buenos
días mis chicos/as y demás gente interplanetaria.
He
vuelto, tras una larga pausa por carencias, digamos, temporales, ando por estos
lares otra vez más. Y quiero retomar este blog con una de mis pasiones: “LEER”.
Desde
bien pequeños nos intentan inculcar, con más o menos éxito, la costumbre de la
lectura, ya sea la maestra de escuela, los padres, la bibliotecaria,… con la
excusa de mejorar nuestra cultura.
Yo
tuve suerte, unos de los primeros recuerdos que tengo de ‘nana’ es ver a mi
madre con aquellas cartillas de lectura enseñándome que la M con la A es “MA” y, al contrario que
para la mayoría de los niños a los que
resultaba ser un auténtico coñazo y acababan siendo las “Cartillas del
Infierno” para mi era el mejor disfrute, tanto fue así que al entrar en el
colegio la maestra instó a mi madre a que no me llevara tan adelantada en las
cartillas porque me aburriría en clase y dejaría de prestar atención. “Oiga
usted – que le diría yo hoy – si me gusta leer leeré lo que me salga en gana”.
Pero
bueno, la profesional era ella, así que donde hay patrón…
Recuerdo
mis largas tardes en la biblioteca del pueblo rebuscando los libros más
entretenidos, interesantes y divertidos. Si por mi fuese me los hubiese llevado
todos a casa.
Cuando
empecé a ser “más mayorcica” recuerdo con una sonrisa, el primer libro “para
mayores” que me recomendó mi padre “Hija, busca un libro en la biblioteca de
Torcuato Luca de Tena, con las tapas verde oliva, parecerá muy viejo, se llama
Los renglones torcidos de Dios, verás como te gusta”. Y ahí que me fui yo dándole
vueltas y vueltas a las estanterías busca que te busca y por fin, cuando lo
encontré me dispuse a sacar la ficha con la bibliotecaria y pude ver como en la
cartulina de registro de salidas del libro aparecía en las primeras líneas el
nombre de mi padre, no recuerdo muy bien la fecha que figuraba, pero os puedo
asegurar que mi padre por entonces tendría que ser un mozalbete.
Y
ese libro… ¡Qué libro! Lo disfruté desde el principio, releyendo páginas para
que no se me escapara ningún significado oculto. En el instituto me regodeé en
un examen de filosofía cuando nos pusieron un comentario de texto, ja! Yo me lo
volví a leer por gusto. Hoy en día he perdido la cuenta de las veces que lo he leído.
Cualquier
momento de me vida podría estar ligado al libro que en ese momento me estuviera
leyendo.
Libros
y más libros, que mi madre en un momento dado me advirtió que no comprara
tantos, ¡menudo pastizal!
Y
llegaron las épocas maduras: terminas las clases, encuentras pareja, consigues
un trabajo y cuando te quieres dar cuenta has dejado de leer o lees mucho menos
de lo que te gustaría. Dejas largos periodos de tiempo entre lectura y lectura,
y cuando coges ese libro que tienes a medias tienes que volver a empezarlo
porque no te acuerdas ni de lo que va.
Soy
de las que piensan que da igual lo que leas: periódicos, revistas, comics,
blogs,… la cuestión es leer, y visto que de tiempo andaba escasa encontré a una
“bloguera” de El Mundo: Pandora Rebato con “La Cama de Pandora” cuyas publicaciones semanales me
hicieron volver a coger el hilo de la lectura. Por este espacio empecé a
encontrar otros y así hasta que todos los días leía un ratito (aunque fuera
desde el ordenador).
Las
recomendaciones de Pandora siempre son bien recibidas: consejos, cachivaches
sexuales, obras de teatro, espectáculos, música,… y libros.
Y
aquí es donde quería yo llegar (menudas vueltas le doy a las cosas, por dios).
Mi querida Pandora en una de sus entradas comentó como solo ella sabe hacerlo
la serie de “50 Sombras de Grey”, desenmarañando la inquietud/curiosidad sobre
la práctica del bondage, sado,…
Fue
la primera vez que oí hablar del dichoso libro(s). Después alguna amiga me lo
recomendó, vi a gente leyéndolo en la playa mientras yo devoraba sentada en mi
hamaca “Para Ana de tu muerto” de Nuria Roca y Juan del Val (buenisísimo por
cierto), y tras las vacaciones mi compañera de trabajo me preguntó si me había
leído “50 Sombras…”.
Salí
de currar, me fui a la librería y me compré el primero de la trilogía. “Pero
que narices tendrá este libro”, pensaba para mi mientras me dirigía a casa.
Dos
días lo tuve metido en la bolsa por pereza de tener que empezarlo. Y una noche
lo empecé y dos días después lo terminé. QUE MARAVILLA!
Haber,
me explico: independientemente de lo que se ha empezado a llamar “porno para
mamás”, la temática del libro es lo de menos. El libro tiene muchas carencias,
ya que la escritora no es una profesional ni mucho menos. Empezó a escribir en
un foro de fans de Crepúsculo (Arggg). Pero, lo que adoro de esta mujer es que
ha conseguido lo que muchos escritores de renombre no hacen: que un libro te
enganche hasta decir basta, que cuando has terminado te apetezca empezarlo de
nuevo.
Terminé
el primer tomo y fui a comprar los dos restantes, pero mi chico pensó que si
había cogido con tanta fuerza un libro y se había despertado de nuevo mi pasión
por la lectura, me iba a gastar el sueldo en libros en las próximas semanas,
así que me regaló un libro electrónico y me zampé el resto de la trilogía en
poco menos de una semana. (Como me conoce).
Aunque
al principio era reacia a no tener el libro físico en las manos, sopesarlo,
pasar sus páginas, ver como amarillean los lomos de los libros de hace 30
años,… al final me ha convencido el aparatejo (en un mes llevo como 7 u 8
libros leídos).
Ahora
me he dado cuenta. Da igual qué libro sea, si porno para mamás, el libro del
famoso de turno, una trilogía quinceañera de moda, un chico mago con una
cicatriz en la frente, un blog de sexo o
de humor, Neruda, Bécquer,…
Como
bien me dijo mi profesor de literatura una vez, el Sr. Don Pin-Pon (que crueles
somos de verdad):
“Da igual qué leas mientras leas”
Buscar
qué os gusta leer y hacedlo. Cuando encontréis algo que os emocione, os
interese u os sorprenda, no lo dejéis.
Aunque sean foros para montar páginas web ;)
Nos
vemos en los bares,
Arensy